sábado, 28 de octubre de 2017

Paloma Itinerante: de un pretexto lúdico a un compromiso con el cine duranguense

texto ANDREI MALDONADO
fotografía ALEJANDRA VILLANUEVA


“El cine de Durango no es el Western que vinieron a filmar John Wayne y los demás grandes actores de Hollywood, ni siquiera son las producciones mexicanas que vienen de vez en cuando. El cine de Durango es el que hacen los propios duranguenses y se debe aspirar a que sean los propios duranguenses quienes lo consuman”.

Tengo en mi memoria muy presente estas palabras que me dijera el gran Felipe Cazals durante una entrevista para Cinéfagos ¿por qué? Sencillo: porque sintetiza todo lo que ha significado Paloma Itinerante durante estos ya cinco años. Sin saberlo don Felipe me daba la certeza que yo requería en aquel entonces para justificar lo que ya había empezado: la primera muestra anual dedicada únicamente al cine local.

Si bien todo comenzó como un mero pretexto lúdico, una intención de volver a ver aquellos cortometrajes que habíamos hecho entre un grupo de amigos, poco a poco Paloma Itinerante se fue convirtiendo en una ventana para que los trabajos que habían sido galardonados en el pasado no murieran en una plataforma on-line o, peor aún, que ni en ella figuraran cuando su contenido exigía verlos una o dos o muchas veces más.

Fue así que al paso de los años, de encontrar espacios diversos que reafirmaban el perfil itinerante de la muestra (museos, universidades, cafés) esta paloma que emprendió el vuelo en 2013 adquiere hoy mayor profundidad al integrar los elementos suficientes para “elevarla” al rango de festival: actividades que nos permitan identificarnos todos como cineastas y entender al cine de Durango como una entidad propia.

La muestra que ahora es festival es resultado no de cinco ediciones, sino de horas de planeación, de rodajes a la intemperie, de saltarse el eje, de filmar a contraluz, de lidiar con la falta de presupuesto, de recurrir a actuaciones improvisadas. Son el resultado del esfuerzo no de 14 directores, sino de decenas de jóvenes (y no tan jóvenes) duranguenses (y en ocasiones no solo duranguenses).

Sintetizar, en pocas palabras, lo que para mí ha sido estar al frente de esta muestra (hoy festival) me parece una tarea indómita. Basta decir que a la fecha no hay mayor satisfacción para su servidor que saber que están leyendo este texto sobre una muy pequeña muestra de lo que el talento local es capaz de hacer sin recursos y sin formación profesional, salvo en algunos muy destacados casos.

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