sábado, 9 de septiembre de 2017

El cine: más que imágenes en movimiento

por ANDREI MALDONADO

Durante muchos años tuve la particular duda de porqué al cine se le consideraba el séptimo arte, siendo que a diferencia de las demás bellas artes, la consideraba yo un acto demasiado comercial, más próximo a lo circense que a lo artístico.

Fue hasta hace un par de años que comprendí un poco mejor –a raíz de la práctica- lo que significa hacer cine, adentrarse en el mundo de las imágenes en movimiento; la belleza de la comunión entre actuación, efectos y música… sin embargo, comprender la importancia de la cinematografía no solo reside en conocer las técnicas de grabación o edición, saber hacer un buen equipo o hacer buen uso de las tecnologías. Va más allá.

Para que un filme trascienda al grado de permanecer en el imaginario colectivo universal se necesita de una historia y nada más. No son necesarias las grandes sumas de dinero para realizar una tremenda post producción, ni tampoco las actuaciones de los “consagrados” o taquilleros de Hollywood… solo se necesita la visión de un hombre.

Si bien es cierto que una película no es solo producto del trabajo del director, sino de la exacta conformación de un equipo de trabajo, nada sería la industria fílmica sin aquellos personajes que, totalmente locos, se atreven a cambiar los rumbos, lo preestablecido, y aprovechando la materia fresca y potencial que tienen en sus manos, realizan algo fantástico.

Que sería de nosotros si no hubiera existido Wells y su maravillosa narrativa, capaz de hacer algo inverosímil verosímil; o si nunca hubiera nacido un Hitchcock que nos estremeciera con el suspense psicológico; o sin un Kubrick que nos invitará una y otra vez a reinventar lo escrito; sin un Lynch que desentrañara en los órdenes típicos y se adentrara en lo irreal o sin un Tornattore que nos recordara las más básicas emociones muchas veces olvidadas del hombre.

Es fácil hoy en día ver impostores que juegan a hacer historias revolucionadas y bautizan a sus quimeras como “cine de arte”, pero la sinceridad inequívoca de estos cinco hombres no se ve retratada en dinero o premios, se ve en el grado en que sus obras han trascendido la barrera del olvido y se instalaron en el lugar donde solo los auténticos artistas deben estar: la memoria.

Quizá un punto negativo del cine –en comparación de las demás bellas artes- sea que no cualquiera puede acceder a plasmar su arte, pues si bien, como ya hemos dicho, no es necesario el dinero, si ayuda mucho, sin contar que no depende de una sola persona y que muchas veces los espacios de difusión no se hallan abiertos.

Sin embargo el cine es la única de las expresiones artísticas del hombre que puede albergar a todas las anteriores, jugar con el tiempo y el espacio y conjugar tantas emociones. Lo importante, como con las demás, es saberla utilizar, y para suerte nuestra, aún hay muchos “locos” sinceros en el mundo – a veces demasiado frívolo- del celuloide.

No hay comentarios:

Publicar un comentario